El Gran Premio de Bélgica fue un festival de intensa lluvia, malas decisiones y poca acción en la pista. Sin embargo, la duodécima carrera del año tras casi 4 horas de interrupciones terminó prematuramente.
El reparto de puntos en el Circuito de Spa-Francorchamps ha escenificado lo que representa la Fórmula 1 moderna, en una pista que no tenía más agua que la de Barcelona en 1996 cuando ganó Schumacher su primera carrera con Ferrari y acabaron sólo seis autos, o en Estoril 1985, cuando Ayrton Senna deslumbró al mundo con su primera victoria a bordo de un Lotus, cuando había 10 cm de agua sobre al asfalto. Las dos se corrieron de principio a fin.
Pese a que el público aguantó incólume con la esperanza de ver acción de los monoplazas en la húmeda pista belga, esto no sucedió. Los comisarios y organizadores ante la falta de soluciones contra la madre naturaleza, hicieron un papelón, al dilatar una carrera que debió iniciar horas atrás.
Premio para el holandés volador
Tres horas y 17 minutos después de la hora prevista, se inicio una pantomima para completar dos vueltas detrás del ‘safety car’, lo que les permitía cerrar una clasificación final y entregar los trofeos con la mitad de puntos para los 10 primeros. Así, llegaron como salieron 6 minutos antes: Verstappen ganador, Russell segundo y Hamilton tercero.
Con este resultado, el piloto neerlandés se acercó al Campeón del Mundo, Lewis Hamilton, a tres puntos. El ganador de la tarde noche en Spa, sin lugar a dudas fue Russell. El británico celebró su primera pole de una manera atípica. Con la fría brisa de la ciudad belga.